“Me llamo Sandra Luz Alvarado. Tengo 47 años. Soy ama de casa, y lo que más me gusta a mí, en general, es prepararme, estudiar”. Su testimonio hoy representa más que solo un grado escolar: es un logro de vida que la impulsa a seguir adelante.

Sandra Luz Alvarado Álvarez es madre de tres hijos, a los cuales, con amor y esfuerzo, dio un ejemplo de superación culminando sus estudios del nivel básico, sin importar su edad ni sus condiciones de vida. “Esta experiencia para mí ha sido un reto entre caídas y subidas, porque no fue fácil”. Y es que el miedo, el tiempo y una pandemia fueron sus principales obstáculos.

“No me sentía segura. Yo me decía ‘no lo voy a lograr, van puros niños, puros jovencitos, ¿cómo me voy a ver yo en todos ellos?’. Pero después me quedé pensando y dije: ‘Claro que sí, sí puedo’”. Esa determinación viene de su propia historia de vida, pues la mujer de origen chiapaneco siempre quiso continuar con sus estudios.

“Desde que Dios me regaló a mis hijos y entraron a la escuela, dediqué toda mi vida a los tres. Siempre estaba ocupada en algo, siempre con ellos, con la casa o mi esposo, pero pasó el tiempo y comencé a querer estudiar. Quiero prepararme, quiero hacer algo más”. Y así, con ayuda de su familia y el acercamiento a la Casa IBERO Segundo Montes, SJ, comenzó una nueva etapa en su vida.

Hoy Sandra ve a cada integrante de la Casa IBERO como un ser cercano que le tendió la mano durante la pandemia. Su núcleo familiar fue parte de las millones de personas afectadas por la crisis económica que se detonó en 2020; su marido tuvo que cerrar un negocio que era el principal sustento del hogar y, desafortunadamente, se contagió de coronavirus.

La enfermedad de su esposo y la incertidumbre de no tener un sustento económico fijo llevaron a Sandra a buscar alternativas. Gracias a la labor de difusión de los voluntarios de Casa IBERO, conoció a su mayor aliada en este camino, María del Rosario Juárez, mejor conocida en la comunidad como la maestra Rosi.

Ambas formaron una dupla imparable gracias al diálogo de saberes característico de la Casa IBERO, lo que ayudó a Sandra a aprobar con éxito cada una de las 12 evaluaciones que tenía que realizar para culminar la secundaria. “La maestra Rosi me dice: ‘¿Qué cree? Ya terminó, lo logró. Después que estaba nerviosa, después de que creía que no lo iba a lograr, lo logró’”.

Para Sandra, terminar la secundaria solo fue el inicio: ahora quiere terminar la preparatoria, “y si Dios me lo permite, llegar a hacer una carrera universitaria. Yo no me quiero quedar en esa parte de que no se va a poder por la edad”.

Sandra también busca ser un ejemplo para las madres mexicanas con este logro. Sus hijos también aprendieron el valor del esfuerzo y la dedicación. Para ella, es importante que las madres consigan sus sueños, pues inspiran a quienes las rodean a crecer.