La pobreza en México cuenta con su propio estudio de medición gracias al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que se realiza cada dos años. En esta ocasión, el informe de medición de la pobreza de 2022 arrojó que este rubro disminuyó de 43.9% a 36.3%.
Esta reducción ha sorprendido a la sociedad en general. Sin embargo, desde las academias ya preveían este cambio. “Todos los expertos en pobreza coincidimos en que iba a bajar la pobreza de forma significativa, pero esta es una reducción muy alta que llama la atención”, explicó el Dr. Miguel Calderón Chelius, académico de la IBERO Puebla y encargado del Observatorio de Salarios de la misma Universidad.
Para el académico, esta cifra se ve diferente en otras instituciones debido a la propia metodología que se aplica para este informe, que mide, prioritariamente, pobreza extrema. “El método que propone CONEVAL tiene algunos problemas conceptuales y metodológicos que resultan en estos cambios bruscos en la dimensión. También hay una subestimación sistemática de la pobreza”.
Esto se debe al método de intersección que usa la institución para determinar los niveles de pobreza, pues, “para considerar que una persona es pobre, tiene que ser carente de ingresos, y esto lleva a una paradoja conceptual de que una persona o una familia que no tiene ni para comer, no es considerada pobre porque tiene otras cosas”.
Tomando en cuenta este factor, el experto insiste en que hay que revisar con detenimiento las causas de esta baja en la pobreza. La primera razón que identificó el Dr. Miguel Calderón es el aumento del ingreso disponible en los hogares gracias al incremento del salario mínimo y la masa salarial.
“Ha aumentado el número de contrataciones y esto ha permitido que haya mayor dinero en las familias. Segundo, los programas sociales del actual gobierno, que suponen transferencias que aumentan el ingreso disponible de los hogares”. Se trata de estímulos que tienen como principales benefactores a las juventudes y las personas de la tercera edad, que representan a gran parte de la población actual.
Al ser universales, los programas son considerablemente más accesibles a comparación de aquellos que solo se enfocaban en personas en situación de pobreza. Sin embargo, aún es difícil asegurar que lleguen a toda la población, sobre todo al sector de la pobreza extrema.
“Históricamente, los programas sociales difícilmente llegan a los sectores más pobres. Tienen problemas hasta de identificación, y si pensamos en la hiperpobreza, tienen problemas hasta de domicilio. Hay que diseñar programas específicos para estos grupos en prácticamente indigencia”, explicó.
El tercer factor que identificó el Dr. Calderón es la reactivación de la economía pos-COVID-19. Si bien se dio alrededor del mundo, en México influyó que el sector económico informal no paró del todo durante este periodo, y que no hubo escases de alimentos, como pasó en otros países.
“Es muy claro que después de la pandemia la economía tuvo una enorme contracción, y ha habido una reactivación que además se ha visto estimulada por el capital externo que está entrando al país, producto de los del contexto internacional”. En ese sentido, la economía tuvo un impulso grande después de la crisis sanitaria.