Libros. Revistas. Películas. Tesis y otros documentos que conservan los conocimientos y logros de una institución. Las bibliotecas son parte fundamental de las universidades gracias a su labor documental y de acceso al conocimiento; sin embargo, en un tiempo marcado por las plataformas digitales y la inmediatez, estos espacios se ven obligados a cuestionar su quehacer.
En la decimoctava edición de la revista Rúbricas, José Guadalupe Sánchez, director de la Biblioteca Interactiva Pedro Arrupe, SJ de la IBERO Puebla, buscó ilustrar estos nuevos desafíos de las bibliotecas universitarias desde la visión de sus integrantes, recopilando artículos de alto valor académico que llaman a la innovación, la creatividad y la cooperación.
Esta revista, creada en mayo de 2010, buscó desde el inicio ser un espacio para compartir la producción intelectual de la comunidad universitaria desde el encuentro, priorizando toda recuperación de las miradas del sur. Como lo describió su coordinador, “se puede percibir la riqueza de las miradas de todos los contextos de América Latina”, y es algo que se reflejó fielmente en este número.
Cambio, transformación y creatividad
“Las colecciones de las bibliotecas son una de las partes más potentes del trabajo bibliotecario. Sin embargo, ser un espacio que pone a disposición ese acervo es esencial”, dijo en la presentación de la revista Mónica Márquez, directora de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ del ITESO.
Como articulista en esta edición, la académica demostró la importancia del cambio en las bibliotecas universitarias con el fin de acercarse más a su público meta. Para ello, deben existir elementos que se adapten a las necesidades del estudiantado, tales como espacios de trabajo conjunto o áreas de descanso donde los jóvenes puedan relajarse y convivir del ajetreo universitario.
“La biblioteca no es solo un lugar más: es un espacio que permite relacionarse de distintas maneras con el tiempo, el silencio, las personas, el estudio, el conocimiento, el ruido y con uno mismo”, explicó la directora.
Las bibliotecas, entonces, necesitan “cambiar para innovar, e innovar para servir”, según enfatizó Sandra Fabra, directora del Centro Ágora de la Universidad Católica de Uruguay, pues aquellos que son responsables de estos espacios de conocimiento reconocen que su labor muchas veces va más allá de facilitar libros: se trata de profundizar en el aprendizaje y ser un espacio para compartir saberes que se adapte al alumnado.
Teresa Matabuena, directora de la Biblioteca Francisco Xavier Clavijero, SJ de la IBERO Ciudad de México, reconoció que detrás de estas adaptaciones existe el propósito de entender a las nuevas generaciones que crecieron en el auge del mundo digital.
“Las bibliotecas del siglo XXI [deben atender] a una generación que se pierde en la información”, y que además cree que es información se puede obtener sin mayor esfuerzo. “Internet no es la panacea, y hay que saber buscar”, dijo Teresa Matabuena, que ve un área de oportunidad importante en las juventudes que acuden a las bibliotecas, esperando que funcionen como los buscadores virtuales.