El humo blanco emanó de la chimenea del Vaticano ante miles de fieles que esperaban atentos, en la plaza de San Pedro, la señal de un nuevo papado para el mundo, y para los más de 1,406 millones de católicas y católicos. Así, entre vítores, barullo y expectación, las y los fieles recibieron al papa León XIV.
Encomendado a la Virgen María, agradecido con la comunidad que lo vio crecer —el Perú— y llamando a la paz y la unión, el cardenal Robert Francis Prevost dio la bendición a su comunidad y tomó su puesto como obispo de la Iglesia de Roma.
El nuevo papado llega en un contexto convulso, que hoy más que nunca necesita de figuras que llamen y aboguen por la justicia social, tal como lo sugiere su elección de nombre para su papado.
El Dr. Alejandro Ortíz Cotte, coordinador de Innovación en Servicios de Información de la IBERO Puebla, brinda un análisis del perfil del romano pontífice, quien debe acoplarse a los signos de los tiempos, donde la guerra, la división y la incertidumbre por el porvenir son latentes.