● En la cosmovisión mexicana, esta fecha no solo tiene un gran valor cultural: es una forma especial en la cual las personas pueden transitar y mediar la pérdida de algún ser querido. En los primeros días de noviembre México se llena de olor a cempasúchil, papel picado, calaveras de azúcar, pan de muerto y champurrado.
Esto para recibir a los invitados más importantes en los hogares: los seres queridos que se adelantaron en el camino, y que regresan a sus hogares en el Día de Muertos
.Esta festividad, considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008 por parte de la UNESCO, forma parte primordial de la cultura y tradiciones de las y los mexicanos.
También, tiene un significado profundo y trascendental que el académico del Área de Reflexión Universitaria de la IBERO Puebla, el Dr. José Cervantes Sánchez, explica como una forma especial de atravesar la pérdida.
“La única certeza que tenemos al nacer, es que vamos a morir”, dice el académico, y afirma que, dentro de estas certezas, honrar la muerte y recordar a quienes trascienden es un acto de amor y ternura que ayuda a traspasar el umbral doloroso de despedir a quienes parten del plano terrenal, acompañado de un folklor colorido y conmemorativo que se celebra de distintas formas en todo el país.Una encuesta realizada por la agencia encuestadora Gabinete MX reveló que, de los 600 mexicanos consultados, el 75% celebra el Día de Muertos principalmente encendiendo veladoras, poniendo ofrendas y consumiendo el tradicional pan de muerto. Si bien hay un 25% que decide no celebrarlo —principalmente por creencias religiosas—, la mayoría de los encuestados afirman que la tradición sigue vigente y la celebran.